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El poeta Sicilia pide revisar la estrategia militar contra las drogas en México

La violencia que ya ha dejado 40.000 muertos en México desde finales de 2006, más que la guerra en Irak en el mismo lapso, no parará enviando al Ejército a sus cuarteles, sino replanteando la errada estrategia oficial, dice el poeta Javier Sicilia, cabeza de una marcha que pide el fin del desangre del país.

"Estamos sumando muchos dolores, dejando al país con una generación de muertos", señala el escritor, de 55 años, quien junto a cientos de víctimas de la violencia ha caminado 90 kilómetros desde Cuernavaca, donde su hijo fue torturado y asesinado junto a seis acompañantes supuestamente por un grupo del narcotráfico.

"Seguridad Nacional no sólo es sacar las tropas a las calles, son muchas cosas más. Tampoco podemos devolver al Ejército de la noche a la mañana" a los cuarteles, manifestó a la AFP, antes de comenzar el domingo la cuarta y última jornada en Ciudad de México.

"Tenemos que sentarnos a pensar la estrategia, porque la que se ha utilizado hasta ahora está equivocada y ha terminado por producir 40.000 muertos". El presidente Felipe Calderón ha convertido el despliegue de unos 50.000 militares en punta de lanza contra los cárteles, una estrategia aplaudida por Estados Unidos, pero cuestionada por la oposición y organismos de derechos humanos.

Sicilia luce cansado, la piel quemada -pese a un sombrero de fieltro- y la barba de varios días, que junto a sus gafas enmarcan siempre una sonrisa, salvo cuando se evoca a su hijo de 24 años, cuando se transforma en rictus. Le duele el asesinato de su hijo, según una de las muchas versiones -a veces contradictorias- de las autoridades, por una banda narcotraficante que goza de la complicidad de policías.

Pero no sólo le duele esa muerte: también las de los jóvenes sicarios, víctimas a su modo, dice. "Todos producen un dolor muy grande. No sólo los muertos buenos, los inocentes que caen en episodios absurdos, o las víctimas de omisiones o complicidades de la fuerza pública. Están también los otros muertos: niños y jóvenes mexicanos a quienes la falta de oportunidades, la pobreza o la ambición -no sabemos bien qué circunstancias- terminaron arrojándolos al narcotráfico", dijo.

Cuando los muertos se cuentan por miles, se corre el riesgo de olvidarlos. Por eso, Sicilia se empeña en poner sus caras y rostros al frente de las marchas, para que no sean sólo un número. "Tenemos que ponerle rostro a las víctimas: a todas", dice mientras organiza a sus acompañantes para otra prolongada caminata.

El próximo paso de su movimiento, que no pide apoyo de partidos, sino de organizaciones ciudadanas, es la firma en junio de un pacto "por la dignidad nacional", en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, la más sacudida por la violencia.

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