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América Latina entrega sus jóvenes a la mafia

A 40 km de la sede de la Cumbre Iberoamericana cuyo tema central es la juventud, Mario, un ex pandillero de la "Mara Salvatrucha" de 17 años pasa en Tonacatepeque las últimas semanas de condena por homicidio, a la espera de que las promesas de futuro se cumplan esta vez.

"Todos queremos trabajar, estudiar, ser alguien", dice Mario en el patio de reclusos próximos a dejar la cárcel que alberga a otros 270 jóvenes. "Cuando salga, quiero conseguir un trabajo, para ayudar a mamá y formar una familia con mi «jaina» (compañera)", señala a su lado Gustavo, dos años mayor.

"Ellos son fruto de una sociedad que al promover condiciones que favorecen la desintegración familiar los ha dejado solos. Le estamos entregando nuestros hijos en bandeja de plata a la mafia, que se les presenta como una opción de vida", comenta Víctor Manuel López, director del reclusorio, uno de los cuatro que albergan jóvenes delincuentes en El Salvador.

"La mayoría de los que están aquí vienen de familias de emigrantes, quedaron a cargo de la abuelas, tienen detrás vivencias de maltrato infantil, violencia intrafamiliar, analfabetismo", añade López.

Es un panorama común a los 161 millones de jóvenes (10 a 24 años) de los 22 países -19 latinoamericanos más España, Portugal y Andorra- que asisten a la XVIII Cumbre Iberoamericana.

De esos jóvenes el 38% vive en la pobreza y el 13,5% en condiciones de miseria, el 24% de ellos interrumpió sus estudios y 46.690 morirán asesinados antes de cumplir 24 años, según estadísticas que tienen en sus carpetas los jefes de Estado y de gobierno.

"Necesitamos líderes que ofrezcan, pero que cumplan sus promesas a nuestros jóvenes", reclama Aída Luz Santos, una juez salvadoreña especializada en casos de menores delincuentes.

Al igual que los demás habitantes de la región, los jóvenes piden oportunidades de empleo, acceso a los servicios de salud y educación y, sobre todo, países donde sea posible vivir.

Para ello la cumbre abordará una amplia agenda, que sin embargo tendrá que compartir espacio con la urgencia de medidas para paliar los efectos de la crisis financiera internacional.

Ello hace temer a algunos representantes de organizaciones juveniles presentes en El Salvador de que las buenas intenciones queden sepultadas.

Para Martín Díaz, del Comité Coordinador Movimiento Popular por la Paz y la Justicia Social, lo resume: "no ver voluntad ni capacidad política en quienes nos gobiernan para resolver nuestros problemas como juventud".

Díaz recordó que en 2005, los países iberoamericanos definieron en Uruguay una extensa convención sobre los derechos de los jóvenes, pero hasta ahora sólo siete la ratificaron (Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, República Dominicana, España y Uruguay).

En el textos los gobiernos se comprometen a "respetar y garantizar a los jóvenes el pleno disfrute y ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, y culturales". Para Mario en la cárcel, esas palabras no dejan de ser un simple consuelo.

"Yo sé que cometí errores, ahora tengo ganas de salir de aquí, aunque sobrevivir afuera no será fácil" apunta, y no le falta razón, una empresa que le prometió trabajo ahora rechazó su solicitud. La causa: los tatuajes que marcan su pertenencia a la «Mara». No muchos están dispuestos a emplear a un joven que fue miembro de una temible pandilla.

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